viernes, 26 de febrero de 2016

MI EMBARAZO HASTA LA SEMANA 12

Vuelvo con la crónica de mi embarazo. Ya os conté en entradas anteriores como habíamos llegado a la semana 10 y porque estoy llevando un embarazo de alto riesgo.

Lo que vino después fue tremendo, los síntomas propios del primer trimestre los tuve por triplicado. En cuanto me ponía de pie me mareaba. Sentía nauseas casi constantemente y vomitaba a razón de entre 3 y 6 veces diariamente. Suena fatal, pero fue así de exagerado. 

Era un drama hasta ducharme, y tuve que comprar un taburete de plástico que metí en la bañera, para poder asearme sentada. Me recetaron las famosas pastillas Cariban, y gracias a ellas se mitigaron un poco las nauseas y vómitos. No quiere decir que se fueran del todo, pero noté algo de mejoría, y eso ya fue todo un mundo para mi.

En ese intervalo, hasta que llegó la ecografía de la semana 12, fui a la matrona de nuevo. Me iría citando una vez al mes, para pesarme, medirme y en esta ocasión, también  para darme los resultados de las analíticas. Todo estaba ok. Aprovechó para ponerme la vacuna anti gripal. 

Dicen que las vacunas de la gripe es mejor ponerlas una vez pasado el primer trimestre, pero mi matrona me dijo que se inyectaba el virus inactivo (o algo así) y que no había ningún peligro. me preguntó si tomaba algunas vitaminas, y yo le dije que sí, que me estaba tomando Gestagyn, pero que tenía un tremendo estreñimiento y que si me las podía cambiar. Me dió una muestra de Seidibion. Antes también había probado con Femasvit y no me había ido nada bien. Las que ella me dió tampoco me fueron bien. 

Las que al final me han ido estupendamente han sido las Femibión. Me las aconsejó la Dra. Pau, la médico que llevó mi tratamiento de fertilidad. Me dió una muestra, pero ponía que se aconsejaba para el segundo trimestre, y la estuve guardando. Cuando probé con todas las anteriores, ya había llegado al segundo trimestre, y fue mano de santo. Las sigo tomando hoy por hoy, y me van muy bien.

Recordad que todas las embarazadas debemos tomar al menos suplemento de ácido fólico y yodo, y si se puede tomar un complemento más completo, con minerales, vitaminas, cálcio, etc. mucho mejor.

Eso no quita que debamos llevar una dieta equilibrada. Hay que variar la ingesta de alimentos e intentar comer semanalmente de todo: carne, pescado, huevos, pasta, frutas, verduras, legumbres y sobretodo lácteos.

Yo con los lácteos tuve serios problemas durante el primer trimestre, ya que mi estómago no los toleraba. Pasé de desayunar un vaso de leche a un vaso de horchata. Ya se que no es lo conveniente, pero era eso o nada, y después de todo, al cabo de unas semanas acaban desapareciendo las nauseas.

La ropa empezó enseguida a no venirme. Había ensanchado y ya no me podía abrochar los pantalones. Iba más cómoda con vestidos sueltos. Mis hermanas me dieron bastante ropa de embarazada, y la empecé a usar enseguida.


Llegar a la semana 12 fue muy emocionante. ¡¡Me hicieron la primera ecografía en la tripita!! Hasta entonces siempre habían sido ecografías vaginales. Fue una ecografía muy completa, donde midieron el pliegue nucal y otras variables del feto que junto a los resultados de un análisis de sangre (el famoso cribado) nos indica las posibilidades altas o bajas de que el bebé nazca con alguna enfermedad congénita.

En nuestro caso, todo parecía indicar que la gestación y el desarrollo de nuestro bebé iba sobre ruedas. Así que no fue necesario plantearse alguna prueba más invasiva como  por ejemplo la amniocentesis. ¡¡Estábamos muy contentos!!

Recuerdo perfectamente la cita que tuvimos con la ginecóloga que nos iba a hacer la ecografía. Me empezó a preguntar sobre mi historia clínica. Empecé a contarle, y a contarle, y a contarle... todas las cosas que me habían pasado en todos estos años de búsqueda, operaciones, pruebas, tratamientos, resultados, etc. Cuando acabé, la pobre me miró y sólo pudo de decirme en plan de broma: "Jolines, no te privas de nada". ¡¡Más vale tomárselo con humor!!

Y tiene toda la razón, parece mentira que a mi me haya pasado casi de todo... de hecho es un milagro que esté embarazada. Pero bueno, lo importante es que hemos llegado hasta aquí, y eso es lo que cuenta.

Dados las complicaciones que mi embarazo podría acarrear, me citaron para la semana 16. Irían controlándome mediante ecografía la evolución del cuello del útero. Es un indicador de parto prematuro. Así que era conveniente que se mantuviera por encima de los 3cm.  La semana que viene os sigo contando que tal fue esa cita.

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Rocío

miércoles, 17 de febrero de 2016

EMBARAZO DE ALTO RIESGO

Muchas parejas que pasan por el duro trance de la infertilidad y de los duros tratamientos médicos para lograr ser mamás, consideran que por fin ha acabado su calvario cuando logran el embarazo. Todos los embarazos acarrean ciertas molestias y miedos, pero éstos son considerados "normales", es decir, que acompañan a todas las embarazadas por igual: les haya costa mucho o poco conseguir el positivo. No es algo exclusivo de las que han pasado por tratamientos de fertilidad.

Pero nosotros ya sabíamos, incluso antes de lograr el embarazo, que si lo conseguíamos, sería muy difícil llevar el embarazo a término. La causa, son varios factores que confluyen y que hacen que el embarazo esté siendo muy complicado. Voy a enumerarlos de menor a mayor gravedad. Aunque lo malo, es que se den todos a la vez.

1.- Edad: Las mujeres de cierta edad son más proclives a sufrir complicaciones.
2.- Osteopenia: Es una enfermedad hereditaria. Tengo la calcificación de los huesos al borde de la osteoporosis, aunque afortunadamente aún no la he alcanzado.
3.- Soplo cardíaco: Nunca me ha dado problemas, pero he de hacerme electrocardigramas de control cada año.
4.- Antecedentes de diabetes: Mi padre la padece y mis abuelos (materno y paterno) la padecieron.
5.- Miomas uterinos: Varios y grandes situados en la pared uterina, que hay que controlar en cada ecografía.
6.- Amenaza de aborto en el primer trimestre: Hematoma acompañado de sangrados.
7.- Antecedentes de preeclampsia: mi sobrina nació prematura porque mi hermana sufrió esta alteración. Estuvo muy malita.
8.- Malformación uterina: Este es el factor principal y el motivo más grave de que mi embarazo sea de alto riesgo. Tengo diagnosticado útero unicorne. Esto significa que nací solo como medio útero (también llamado hemiútero). Al parecer cuando aún estás en el vientre materno y se están formando tus órganos, el útero no llega a formarse bien. Sólo se forma una parte. La otra no. Por eso sólo tienes la mitad.


¿Que repercusión tiene esta malformación uterina en el desarrollo del embarazo? Pues que tienes un primer trimestre con riesgo de aborto, como el resto de embarazadas, ya que es el periodo donde más abortos se producen (por eso muchas chicas, esperan a pasar las 12 semanas para dar la noticia de su estado de buena esperanza).

Pero al contrario que las demás, que una vez pasados esos 3 meses, en general, respiran aliviadas sabiendo que lo peor ha pasado, para mi empieza el verdadero peligro: El feto va creciendo, y va encontrando verdaderos problemas espacio. En el segundo trimestre existe un riesgo alto de aborto y en el tercer trimestre hay un altísimo riesgo de parto prematuro.

Los médicos me han dicho que me vaya haciendo a la idea de que será casi imposible que pueda llevar mi embarazo a término y que me vaya mentalizando que el alumbramiento será por cesárea con casi toda probabilidad por la imposibilidad que tendrá el bebé de adoptar la postura correcta para un parto vaginal. La esperanza, es conseguir llegar al menos hasta la semana 32. Si el bebé nace antes tendría muchas dificultades para sobrevivir y posiblemente muchas secuelas.

Aún así, con 32 semanas de gestación, el bebé tendría que estar hospitalizado en una unidad neonatal especifica durante varias semanas y la recuperación sería larga y costosa. Ojalá lleguemos lo más lejos posible. Cuanto más se quede mi chiquitín en mi vientre mejor, y cada semana que pasa es un triunfo. Ojalá pudiéramos conseguir llegar a la semana 37, considerado ya un embarazo a término. Sería maravilloso.

Así que ya veis, aunque parece todo muy alarmante, las indicaciones tanto de mis médicos como de mi matrona es que no me agobie y que disfrute del embarazo todo lo que pueda en la medida de lo posible. Además hay que distinguir entre lo que "podría pasar", y otra cosa es "lo que va a pasar". Nadie puede adivinar el futuro. Me han preparado para "lo peor", pero insisten en que no vale la pena que me angustie por adelantado, ya que cada persona es un mundo, y quizás no tenga ninguna complicación y que acabe pariendo en mi fecha prevista de parto.

No obstante, me están haciendo un seguimiento más exhaustivo, para intentar captar cualquier complicación a tiempo. Yo intento no agobiarme y seguir sus instrucciones: no pensar demasiado en eso, evitar angustiarme imaginando lo peor, y cuidarme mucho.

Lo de cuidarme mucho, consiste principalmente en reposar y no hacer ningún esfuerzo. También intento controlar mi temperamento. Soy una persona muy nerviosa, pero estoy intentando tomarme todo con calma y tranquilidad.

 Eso sí, me han dicho que en cuanto tenga alguno de estos síntomas acuda a urgencias:
1.- Sangrados o hemorragias vaginales.
2.- Contracciones con o sin dolor (que la barriga se ponga dura).

De momento de los primeros, no he tenido. Y de los segundos, sí. Afortunadamente han sido falsas alarmas, y con reposo se ha pasado. Una buena señal. Eso me hace pensar que mi cuerpo es "muy sabio" y que cada vez que me excedo un poco en mis actividades, emite señales que hacen que vuelva a la tranquilidad, que en estos momentos, es lo que más me beneficia.

Mentalmente estoy muy animada y positiva y eso es muy importante. Es cierto que sería fantástico poder salir  y hacer más cosas. Pero si no puede ser, pues nada, a quedarse en casita tranquila en el sofá. A veces se hace un poco pesado, es cierto, pero todo vale por estar viviendo por fin mi sueño.

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Rocío

martes, 9 de febrero de 2016

MI EMBARAZO HASTA LA SEMANA 10

Cuando conseguí quedarme embarazada, por supuesto me dieron de alta en la clínica de infertilidad. Acabábamos una etapa y comenzábamos una nueva. Ese nuevo camino era totalmente desconocido para mi y no sabía que podía esperar. Aunque había muchas cosas que me sonaban, es cierto. Tengo dos hermanas que han estado embarazadas y 3 sobrinos, así que no todo era extraño para mi. Pero es cierto que durante mucho tiempo había querido estar ajena a todo lo relacionado con embarazos, ya que era un tema que me producía demasiado dolor.

Así que era hora de ponerme las pilas y tomar contacto con todo este amplio mundo del embarazo. ¡¡Ya formaba parte del club!! Ese del que siempre me había sentido excluida. Lo primero fue comprarme una agenda, para ir anotando la cantidad de citas médicas que fueron llegando. El primer paso fue acudir a mi médico de cabecera, él debía recetarme el tratamiento de progesterona y ácido acetilsalicilico a partir de entonces. Él me concertó cita con la matrona de mi centro de salud. La matrona me pesó, me tomó la tensión y me mandó unos análisis de sangre y orina, para verificar mi estado general de salud. Todo salió muy bien. También me explicó los hábitos saludables que debería seguir a partir de entonces: lavar muy bien la fruta y verdura, evitar comer carnes, pescados o huevos poco hechos o sin cocinar. Salir a la calle siempre con protección solar para evitar las manchas en la piel. Cuidar mi hidratación tanto interna (tomando suficiente agua) como externa (aplicar cremas para evitar estrias). Además, rellenó mi cartilla del embarazo con mis datos personales y antecedentes médicos. Por último me concertó las citas para las primeras ecografías, en las que se verifica que efectivamente hay embarazo y que el embrión tiene latido, una a las 8  y otra a las 10 semanas. Fueron muy emocionantes. Comprobar que nuestro bollito estaba creciendo bien, nos hacía inmensamente felices y hacía que consiguiéramos poco a poco ir creyendo que este sueño, por fin, se había hecho realidad.

Aunque la "dura" realidad del embarazo cobró forma de manera incontestable con la aparición de los famosos "síntomas". Que aunque tardaron en llegar, aparecieron finalmente haciéndose notar a base de bien: mareos, nauseas, vómitos, gases, estreñimiento, acidez... el clásico repertorio. Fue molesto, sí. Y aún lo está siendo. Pero no hay nada que empañe mi alegría y mi ilusión, así que me lo he tomado todo con mucho humor. Cada síntoma me lo tomo como signo de que efectivamente estoy embarazada. De que todo va como ha de ir. De que es real. Que todo esto es normal, y significa que pronto tendré a mi deseado bebé en mis brazos. Hubiera sido fantástico vivir uno de esos embarazos sin síntomas molestos, pero bueno, no estoy acostumbrada a los atajos, y tampoco me esperaba vivir un embrazo de libro.


En este periodo tuve un sobresalto importante, y tuve que acudir a urgencias en la semana 7. Fui al baño y ví sangre. El susto fue monumental. Era poquito, pero me quedé blanca. Sólo imaginar que ese sueño podría acabar en pesadilla, hacía que sintiera auténtico terror. Fuimos al hospital. Contamos nuestro caso, y me dijeron que esperara un poco. Pasó media hora. Estaba muy nerviosa. Intentaba no demostrarlo para que mi chico no se alterara. Lo veía aterrado. Pasó una hora. Estaba atacada. Pero seguía intentando disimularlo para que la angustia de mi chico no siguiera aumentando. Sabía que ese estado de ansiedad no me hacía ningún bien. Ni a mi ni a mi peque. Así que llamé a la enfermera y con mucha calma, expliqué que estaba empezando a ponerme nerviosa por tanta espera ¿quedaba mucho para que me atendieran? Me dijo que esperara. Así sin especificar. Pasaron 45 minutos más. Y yo ya exploté. Entré y muy enfadada pregunté si allí no atendían. Estaba fuera de mi. Sólo quería saber si mi embrioncito estaba bien. Sólo quería que me tranquilizaran. Me había costado años de sufrimiento llegar hasta ahi, y necesitaba saber que todo iba bien.

Salió una enfermera y cuando le dije que llevaba esperando casi 2 horas entendió perfectamente la situación y se hizo cargo de mi miedo, sin reprocharme nada. Estuvo muy cariñosa. Me abrazó y me dedicó palabras de ánimo. Pedí disculpas por mi salida de tono. Pero a esas alturas lloraba como una magdalena, imaginándome lo peor. Llamó a la ginecóloga y vino un sequito de 3 o 4 personas (supongo que algunos internos) para explorar y valorar mi caso. Vi el latido de mi peque. Y en ese momento sentí un alivio absoluto.  Repasaron mis antecedentes y fliparon cuando vieron el mamotreto de historia que me acompañaba. Entendieron entonces que estuviera tan sensible.

El diagnóstico fue amenaza de aborto. Me dijeron que tenía un hematoma y eso es lo que había sangrado. La formación de hematomas, según me contaron, es bastante frecuente. Tendríamos que ver como evolucionaba la cosa. Si el hematoma se hacía más grande, podría ser peligroso. Si se iba reabsorbiendo, todo iría bien. La pauta a seguir era permanecer en reposo absoluto. Cuando me dieron de alta en infertilidad, me dijeron que debía hacer reposo relativo y evitar esfuerzos. Pero en ese momento tuve que pasar a no hacer absolutamente nada. Ni siquiera las tareas de la casa. Nada de nada. Mi chico ha estado todo el tiempo a la altura de la situación. Ha sido un apoyo increíble y me ha cuidado al 100% estando pendiente de todo.

Así que mi misión a partir de entonces fue mantener la calma y dejarme mimar. Estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario por nuestro pequeño milagro.

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Rocío


miércoles, 3 de febrero de 2016

COMO SUPE QUE ESTABA EMBARAZADA Y COMO DÍ LA NOTICIA

Desde que os anuncié que por fin estábamos embarazados (lo digo en plural porque mi chico está viviendo esta etapa con tanta emoción e intensidad como yo), no había tenido tiempo de contar más detalles.

Pero creo que puede ser muy bonito compartir algunas experiencias, por si pueden ayudar a alguien, y también algunas anécdotas.

No sabéis la cantidad de test de embarazo que me he hecho a lo largo de todos estos años de búsqueda. ¡¡Un montón!! Y sin embargo cuando me dijeron que en el análisis de sangre la beta había salido positivo, no me hice ninguno. Fue curioso. En ese momento, no sentí que el pipi-test fuera una prueba definitiva y concluyente. Ni siquiera me planeteé hacerme uno para sacarle una foto de recuerdo. Ya había tenido anteriormente en una ocasión una beta positiva y al final, acabó en nada... así que ahora la única prueba irrefutable para mi, sería ver en la ecografía el embrioncito bien agarrado, y el corazón latiendo.

Hasta que no llegó ese día, yo no me lo acabaría de creer... había tantos casos que habían llegado hasta ahí, pero no más allá... que no quería hacerme ilusiones.

Por otro lado yo no sentía nada. ¡¡Absolutamente nada!! Durante años, me había metido casi constantemente en foros y blogs de embarazo, para leer acerca de los síntomas de embarazada, que ya me los sabía de memoria. Sin embargo, yo no sentía ninguno de ellos. O si sentía algo, era lo mismo que había sentido durante años, justo antes de que me bajara la regla. Así que ¿como iba a distinguir una cosa de la otra?

Tuve que esperar 2 semanas para la ecografía. Si la espera del análisis de la beta fue larga, esas dos semanas se hicieron interminables. Incluso llamé a la clínica, durante ese periodo, para preguntar si estaban seguros del resultado... y si no se habían equivocado. Me tranquilizaron diciendome que era demasiado pronto para sentir nada, y que como mucho sentiría una leve molestia en el bajo vientre, como cuando va a venir la regla. ¡¡Efectivamente!! ¡¡Eso sí lo sentia!! Pero vamos... que como todos los meses. Pero ese mes, fue distinto: la regla no apareció.

Lo que apareció, cuando llegó el ansiado día de la ecografía, fue un saquito pequeñito agarradito y un corazoncito latiendo. La alegría fue inmensa. La sensación de felicidad fue indescriptible. Lloraba de alegría. No me lo podía creer. Lo que habíamos estado buscando durante tantos años, por fin estaba ahi. Lo que pensaba que no iba a llegar nunca, por fin había llegado. Lo habíamos conseguido. ¡¡Jamás habíamos llegado tan lejos!! Y no podía borrar la sonrisa de mi cara.

No tengo suficientes palabras de agradecimiento para mis hadas madrinas. Las causante de que este milagro se hiciera realidad: la doctora Elena Pau, y la enfermera Pilar Ortiz, de Ginemed. Dos profesionales como la copa de un pino. Dos increíbles personas, cariñosas y atentas que han estado siempre a nuestro lado, aconsejándonos lo mejor, aclarándonos las dudas y logrando lo que otros muchos no han conseguido. Nos hemos sentidos escuchados y comprendidos. ¡¡Y sobretodo respetados!! Y eso es algo que no habíamos experimentado con nadie anteriormente. Llegué a ellas tras pasar por muchos médicos antes. Había ido de desastre en desastre, con diagnósticos erróneos, con técnicas equivocadas, con la paciencia agotada y el ánimo por los suelos. Y ellas lo consiguieron. Ellas nos han dado la mayor felicidad del mundo.

Así que si alguien está en la dura etapa de tratar la infertilidad, mi consejo, por si a alguien le puede servir de ayuda, es que consiga dar con un equipo que le transmita confianza. Os aseguro que no es fácil. Yo he pasado por varios equipos médicos y clínicas, hasta dar con ellas. Al principio pensé que todos eran iguales, pero no, no lo son. Y por desgracia, quedarte con un equipo médico inadecuado, te hace malgastar tiempo y dinero. Si no estás a gusto, cambia, no lo dudes.

Podría relatar los desastres que he padecido en manos de otros, pero todo eso ya pasó, y no quiero recordarlo. Me pongo triste. Quiero que este sea un post bonito y optimista. Y que dé esperanzas a quien está aún intentándolo. Se puede lograr, aunque el camino sea largo y duro.

El día que me llamaron por teléfono para darme los resultados de los ánalisis, la famosa beta, estaba sola en casa. Llovía. Era martes y 13. Siempre intentas mentalizarte para no venirte abajo, si te dicen que ha salido negativa. Pero en el fondo de tu corazón siempre esperas que digan que es positiva. Sonó el móvil. Me temblaban las manos. Descolgué casi de milagro. La enfermera al otro lado de la linea me preguntó si era supersticiosa. Le dije que por favor me lo dijera ya, que me iba a dar algo. Intentaba adivinar por el tono de su voz cual podría ser el resultado. Pero era neutro. No intuí nada. Y no estaba para bromas ni acertijos. Mi nivel de ansiedad era de 200%. Me dijo que era positivo. Hubo una explosión dentro de mi. ¿De verdad? le pregunté ¿estás segura? le volví a preguntar ¿cuanto ha dado? quería datos fiables. No me lo creía. Reí. Lloré. Grité. Todos los musculos en tensión hasta entonces, parecían ahora gelatina. Me temblaba todo el cuerpo. Me dió la enhorabuena y me dijo que empezara a tomar vitaminas prenatales además del ácido fólico. Me dió cita para dos semanas después y que confirmáramos el embarazo con la ecografía.  Y ya está, colgué.

Una simple llamada, había cambiado mi vida. Todo mi universo había dado un giro de 180 grados. Hice un cartel: "¡¡Enhorabuena papá!!" Me seguían temblando las manos. Seguía lloviendo. A pesar de lo gris que estaba fuera, para mi no podía ser un día más luminoso. Cogí un paraguas y fui a buscar a mi chico. Sabía que también debía estar en ascuas. Pero no podía esperar a que viniera a casa para contarle la noticia. Le mostré el cartel, y nos abrazamos. La emoción le embargó.Tampoco se lo podía creer. Yo recuperé un poco de serenidad. Él estaba atacado. Se lo conté todo, con todos los detalles. Estábamos en una nube.

A continuación vinieron las llamadas telefónicas a mis hermanas y a mis padres. Para lo bueno y para lo malo ellos habían estado ahi. Sabían que tenía ese día esa prueba y yo sabía que estarían esperando alguna noticia. Disfruté contando la historia. Aunque seguía sin creermelo. Mis pies no tocaban el suelo. Seguía en una nube. Sentía que estaba contando la historia de otra persona. Que eso tan maravilloso, no me estaba pasando a mi. Pero sí, por fin había llegado mi momento. Ahí empezó un bonito viaje: mi viaje del embarazo.

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Rocío


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